Aquí estoy, sentado otra vez delante del monitor de mi ordenador, contando los días que quedan para que vuelva a ver esa brillante sonrisa, la única que me motiva a querer ser mejor.
Y contanto y contando me doy cuenta que ha pasado un día más, y con este son ya 30 los que cargo sobre mi espalda. 30 días pensando en qué hacer contra el efecto de la crisis económica, la subida de las hiptecas, contra el efecto invernadero, la crisis del petroleo, la crisis del agua, la crisis de alimentos, los problemas de inmigración, la delincuencia, el racismo, la crisis de la educación, el efecto Bolonia, la crisis demográfica, los productos lácteos de China, el SIDA, la crisis energética, la crisis postvacacional, el Euribor, las subidas de interes bancarios, la bajada de interés cultural, los kilos de más, la juventud descarriada, los Boixos Nois, los Ultras del Madrid, la celulitis, los cafres al volante, la violencia de género, el alcoholismo, las drogas y el tabaquismo, los divorcios a granel, las matanzas escolares, los timos por internet, el efecto 2000 no que ya no puede ser, el paro y las colas del INEM, la subida de precios, la vecina del cuarto, las canas y las puntas abiertas, las facturas de la luz, el seguro del coche, la factura del móvil, la encía de la boca, el bocazas de mi jefe, el inútil de la otra mesa........
Ufff. Demasié pá mi cuerpo. Ahora entiendo porque hay gente que prefiere no pensar en nada. Yo no puedo culparles.
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